28 horas casi exactas es lo que he pasado en Madrid, un viaje express que se suele decir, pero quitando el cansancio y el trayecto creo que puedo jugarme la mano y no perderla si digo que han sido las 28 horas más felices que he vivido hasta el día de hoy.
He conocido a muchísima gente, he puesto cara a otros, me he reencontrado con “viejos conocidos” pero lo mejor es que he compartido momentos geniales con todos ellos.
Subir las famosas escaleras mecánicas que llevan al Cibelespacio, recorrer los diferentes stands, coger revistas, bolígrafos, comer bombones y colarnos en los desfiles para los cuales no teníamos invitación han sido la tónica de estas dos jornadas.
He sacado muchas cosas en claro de esta experiencia: Que dejando a un lado el “petardeo” que había por allí me muero por volver en la próxima edición, que hay gente majísima dentro del mundillo de la moda (y otros no tanto) y que… “A Dios pongo por testigo que compaginaré blog y estudios para conseguir en un futuro no muy lejano espero, la codiciada acreditación”.