Según del legado de Williams James la formación del “autoconcepto” radica en su distinción entre dos conceptos fundamentales del sí mismo: Yo (Yo Existencial), y el Mí (t Yo Empírico).
El Yo se encargaría de construir el conocimiento que cada uno tiene sobre sí mismo. Este Yo representa también nuestra conciencia de que somos sujetos independientes de los otros. Pero, ¿en qué se basa ese conocimiento? En la experiencia que el Mí le otorga.
El Mí es todo aquello que vamos conociendo de forma empírica y objetiva de nosotros mismos. Estos estarían jerarquizados según la importancia que le brindemos: ¿cómo pensamos?, ¿cuáles son nuestros juicios morales?,¿ qué normas de comportamiento y conducta tenemos?, etc. Luego, tendríamos el conocimiento nos aportan otras personas de nosotros: ¿cómo nos consideran? Y finalmente, un conjunto de rasgos físicos y materiales que conforman nuestra visión y definición sobre lo que somos.
El Yo y Mí están íntimamente relacionados y se influyen mutuamente a lo largo de la vida. La persona formará su identidad al darse cuenta qué es lo que cree de sí mismo, qué realmente es y cuáles son las aspiraciones que quiere alcanzar.