Las secuelas de San Valentín

Mucho se habla del día de San Valentín y muy poco de sus secuelas. No conocemos cifras pero, por nuestra experiencia clínica, podemos intuir que la semana posterior a San Valentín es la del desencanto. Es una fecha que supone una prueba de amor y no todas las parejas son capaces de pasarla.

Decir te quiero —hablar de amor— alude implícitamente al compromiso. Si ya es difícil sincronizar los relojes del deseo entre las parejas, sincronizar los de la pasión amorosa parece aún más complicado. Las expectativas, necesidades y deseos de cada uno pueden ser diametralmente opuestos; y esta disparidad puede volverse obvia en San Valentín.


En las relaciones que empiezan San Valentin se puede vivir con más angustia que ilusión ¿Se me declarará? ¿Debemos celebrarlo, o todavía no toca? ¿Si no le digo nada, pensará que no me interesa? En fin, un tortuoso dilema para muchas parejas.

Por otro lado, para las parejas ya establecidas no es nada fácil acertar: uno de los dos ha buscado con ilusión el regalo, mientras que el otro puede haberlo olvidado. No obstante, esto no tiene por qué corresponder con la intensidad de los sentimientos. Hay gente muy preocupada por la apariencia, por guardar las formas, por cuidad cada detalle. También hay quienes pasan de esas historias, pero que son excelentes amantes y personas muy leales. No hay que sacar las cosas de quicio. La intensidad de cómo se vive San Valentín no tiene que ser la medida del amor. Ne dejes que la reseca de San Valentín te pase factura.

ESPILL Sexología Psicología y Medicina Sexual

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