Seguro que más de una vez has oído la frase o el refrán de "segundas partes nunca fueron buenas". Se trata de un dicho popular que, normalmente, hace referencia a historias de amor pero, últimamente, este dicho también se ha extrapolado a otros ámbitos como el cine o la literatura para hacer referencia que, precisamente, la continuación de algo que ya había terminado no suele salir bien.
Pero... ¿es esto verdad? En este artículo vamos a analizar si es cierta la frase de que las segundas partes nunca fueron buenas o si, por el contrario, sí que es posible triunfar en el amor aunque haya fracasado en un primer intento. Y es que, al fin y al cabo, en todas las parejas podemos equivocarnos y rectificar, ¿verdad que sí?
Significado de "segundas partes nunca fueron buenas" en el amor
Para analizar el significado de "las segundas partes nunca fueron buenas" nos centraremos en el aspecto que nos interesa: en el de la vida en pareja. Esta afirmación se ha dicho desde siempre al considerar que, cuando una pareja falla, la relación ya nunca volverá a ser igual y, por mucho que se vuelva a intentar tras una crisis de pareja, no se podrá recuperar el amor.
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Sin embargo, esta afirmación es un tanto fatalista. Sí que es cierto que, hay rupturas que marcan un antes y un después porque algo se ha roto en una pareja, es difícil recomponerla de nuevo pero, también es verdad, que el amor en pareja no es algo sencillo sino que se necesita un trabajo constante y un esfuerzo conjunto para que todo pueda salir bien.
Por tanto, aunque en algunos cosas es cierto que "las segundas partes nunca fueron buenas", también hay otros casos en los que sí que puede funcionar nuevamente la relación, siempre y cuando los dos miembros de la pareja estén dispuestos a esforzarse para que la cosa funcione y, sobre todo, aún sigan sintiendo algo el uno por el otro. Si tienes claro que esa persona es la pareja ideal, entonces adelante. Si no es así, mejor no intentarlo porque uno de los dos saldrá herido.
Las segundas oportunidades en la pareja
Entonces, ¿se pueden dar segundas oportunidades a una pareja? Lo cierto es que sí, claro que se puede. No nacemos perfectos, es más, somos una especie que se equivoca muchísimo y que puede tropezarse tres veces con la misma piedra antes de rectificar su camino. En la gran mayoría de ocasiones superar una ruptura es algo muy complejo, y si ves que no puedes avanzar tal vez es que tu corazón te está enviando una señal de que esa persona hace más especial tu vida.
Por tanto, no tenemos que ser drásticos ni dramáticos con las decisiones que tomemos y si nos hemos equivocado en nuestra vida en pareja, nunca está de más hacer un replanteamiento conjunto, ver en qué habéis fallado e intentar mejorar. Pero para que la cosa funcione, será imprescindible que los dos estéis en el mismo punto, es decir, que estéis dispuestos a:
- Aceptar vuestros errores y asumir parte de la culpa
- Esforzaros para tirar hacia adelante vuestra nueva vida en común
- Perdonar los errores del otro, superar cualquier herida abierta y comenzar de cero
- Aprender del pasado y procurar que vuestras diferencias no vuelvan a ser mayores que vuestro amor
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Recuerda que una pareja es cosa de dos y, por tanto, es imprescindible que los dos vayáis a por todas en esta segunda oportunidad para que, así, el dicho de que "las segundas partes nunca fueron buenas" no sea cierto en vuestro caso. Pero para ello, será importante que trabajéis codo a codo y que, sobre todo, aprendáis a hablar sin discutir; es normal tener desavenencias con tu compañero pero lo más importante es aprender a gestionar el conflicto y respetaros el uno al otro.
Si los dos estáis de acuerdo, podéis daros una segunda oportunidad y, si los dos os esforzáis, seguramente este segundo tiempo será mucho mejor que el primero porque ya os conoceréis, porque ya habréis aprendido de los errores y porque seréis conscientes de sus defectos pero sus virtudes serán mucho mayores.
Equivocarse es de humanos y rectificar es de sabios, por eso, si crees que tienes que volver a intentarlo con tu pareja, hazlo. Vale la pena arriesgarse por amor.